Usted es mi amiga y quiere abrir la puerta a otras personas al mágico mundo de los fanzines. Pero se enfrenta a un serio problema: No tengo textos canónicos a mano para pasarle, sea porque existen y no los conozco, o porque todes los que leemos, hacemos y compartimos fanzines nos conformamos con entenderlo sin ponerlo en palabras, como una persona cursi hablando del amor. Algo hay, a lo mejor, de mundo subterráneo, alternativo, que se resiste a abrirse al exterior como la lagartija teme abrir su cuerpo a las garras del aguilucho. Así llega lo primero que quiero que se entienda sobre los fanzines: son un medio de comunicación para los que no quieren o no pueden usar una revista, un libro o un blog. Están al alcance de todes y llevan las marcas de orgullo del artesano que es dueño de su propia obra, que no tuvo que pactar con otra realidad que no sea la propia: nada de exigencias de editores, distribuidores o modas del mercado.
Usted, a lo mejor, tiene una clase que dar acerca de textos instructivos, y desea trabajar con la publicación Cómo hacer este fanzine (Escuela de Dibujo Eugenio Zoppi, 2016, Morón, editado por elles mismes, o debería decir, nosotres, porque doy clases allí). ¡Un fanzine que enseña cómo hacerlo a él mismo, y a otros como él! Pero a usted le cuesta igual y yo, para ayudarla, les envío a usted y sus estudiantes el siguiente video:
(Porque usted esto ya lo tiene:)
Y resulta que un fanzine es una publicación autopublicada, valga la redundancia, que en sus inicios en los años ’60 se hacía mediante complicados procesos de mimeografía, pero hoy en día cualquiera con una impresora lo puede hacer en su casa. Debe su nombre a que los primeros fueron revistas realizadas por les aficionades a algún tema en particular, por eso fan + zine (zine es revista). La mayoría están impresos en hojas comunes, dobladas a la mitad y engrampadas. De ahí la originalidad del método visto más arriba, que permite hacer un librito sin necesidad ni siquiera de tener engrampadora, ganchitos y las nociones de qué página hay que imprimir con cuál para que quede bien al cerrarlo.

Pero fanzines los hay institucionales también. Abajo, tapa y editorial de Mundo Escolar, el periódico que realizábamos con mis compañeres de escuela primaria en la biblioteca, como parte de un proyecto impulsado por la Escuela Nº15, José Manuel Estrada. Salía un dólar, y todos los años se elegía un nuevo curso para estar a cargo de la edición. Ningune de los que participábamos, niñes y adultas, conocía la palabra fanzine.
Es importante, muy importante tener claro que ser un fanzine no está determinado por el contenido, sino por el modo de publicación. La mayoría de los fanzines que circulan actualmente son de historieta, de poesía o de ilustraciones, y son publicados por sus propios autorxs. Pero esto no quita que haya fanzines publicados por pequeñas editoriales (más que pequeñas, minúsculas, con tiradas de cien ejemplares), o fanzines con artículos periodísticos o cuentos.

Son los fanzines, en suma, aquello que según me contaron en las clases de Bibliotecología se conoce como literatura gris, aquella que no posee ISBN ni ISSN, que no está registrada. Una herramienta de una época en que no había una Internet a la que conectarnos desde un aparato en nuestro bolsillo para poder comunicarnos con espíritus afines. En muchos sentidos, las ferias de fanzines, que existen hasta el día de hoy, y su circulación gris fueron la primera blogósfera. Hoy aunque muches no la conozcan, la herramienta sigue estando ahí, a nuestro alcance, para brindarnos algo que todas las apps del mundo no nos pueden dar: el tesoro de lo tangible.